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Número 8 Junio 2001

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"Weeping Congo", Allan Githuka

 


Promover una cultura de paz

"El potencial congoleño puede llenar África de alegría"

Entrevista a J.K. Murhula* (RDC)

¿Cómo explica usted, siete años después del genocidio de Ruanda de 1994, que la situación sea hoy extremadamente conflictiva en la región de los Grandes Lagos?

La organización Nairobi Peace Initiative - África por la cual trabajo, se vio naturalmente afectada por el genocidio de Rwanda de 1994. Fue una desgracia humana que sorprendió al mundo, que entristeció profundamente al pueblo africano y que ha acabado por añadirse a las desgracias de este pueblo contribuyendo al reforzamiento de los estereotipos negativos de África. Era realmente un desastre desde todos los puntos de vista.

Es en el marco de las relaciones entre las comunidades rwandesas donde puede que sea preciso buscar las razones por las cuales el genocidio no ha servido de lección. Hay que considerar las relaciones entre los hutus y los tutsis en Ruanda, ver el estado de estas relaciones a lo largo de la historia. Ha habido y hay aún problemas, basados esencialmente en las percepciones que tienen las dos comunidades una de otra, que nunca fueron resueltos. Las divisiones entre los dos grupos se han acumulado durante generaciones. La forma cómo fueron gestionadas estas relaciones en el pasado es lo que explica la explosión de 1994 y explica hoy la falta de soluciones y la falta de paz. Es como si el ser humano rechazase leer la lección de la historia.

¿A qué momento remonta usted estas divisiones, ya que a menudo se afirma que la colonización habría sido uno de los principales factores que avivó las tensiones entre las dos comunidades?

Creo que hay que remontarse mucho más lejos. La colonización es un accidente que vino a reforzar unas relaciones de dominación que ya existían entre la minoría dirigente (Tutsi) y la mayoría dirigida (hutu).

Alguien ha dicho que podéis dominar a un grupo mayoritario eternamente durante tanto tiempo como lo respetéis en su dignidad y os integréis en él. Pero en el caso en el que, además de la dominación, añadís la denigración - mediante toda una panoplia de símbolos, de gestos, de palabras, de actitudes altaneras y de rechazo, que finalmente se perciben por lo grupo mayoritario como un rechazo de su humanidad - entonces tarde o temprano este tipo de relaciones acaba por explotar. Creo que es lo que ha sucedido por desgracia en la historia de Ruanda.

Además de esto hay que ver el modelo de gestión del poder en la estructura política de la realeza en Ruanda en particular y en la región de los Grandes Lagos en general. Era una estructura caracterizada por una persistencia de la violencia bajo diversas formas (intimidación, supresión, masacres, etc.). Por ejemplo, la sucesión o su contestación en el seno de la clase dominante dirigente real se hacía muy a menudo masacrando al más débil. La historia está jalonada de tales hechos. La resolución del problema político se hacía a través de la eliminación violenta del conflicto. Luego había también una forma de glorificación del más fuerte, del que es capaz de resistir al sufrimiento, capaz de mostrar que es un "hombre" en la sociedad. Se trataba de un contexto cultural violento.

Lo que el colonizador hizo en un primer momento fue reforzar el esquema que existía dando muchos más medios a la clase dirigente. Vino a decir a los tutsis: "Es cierto, sois más inteligentes, tenéis grandes cabezas, tenéis que dirigir siempre. Estas gentes aquí son campesinos. Son débiles. Están hechos para ser dirigidos. Y por consiguiente, podemos hacer una alianza con vosotros". Pero este esquema cayó cuando llegó la hora de reclamar la independencia. Es evidente que es la clase más instruida, la de los tutsis, la que empujó hacia la independencia y en consecuencia entró en contradicción con el colonizador.

El colonizador cambió rápido de campo. Se volvió hacia la población hutu diciendo: "No, vosotros sois la mayoría y sois capaces de dirigir como los demás, podéis hacerlo, podéis dirigir". Hubo un cambio de alianza a favor de una nueva clase dirigente hutu que condujo a la revolución de 1959, llamada la "revolución social". Desgraciadamente, fue una revolución que se hizo con mucha violencia, según el único esquema conocido, pues el colonizador no había venido a ofrecer un esquema de tolerancia. Por consiguiente, la revolución condujo a una masacre de los tutsis y a la huida de los tutsis intelectuales al exterior del país, muchos de ellos al Congo Democrático.

¿Esta historia trágica de Ruanda significa que la coexistencia es imposible entre los hutus y los tutsis?

Cuando se presenta la situación de esta manera, se piensa que hay solamente dos bloques con los hutus por un lado y los Tutsi por el otro, pero que por lo demás todo va muy bien en cada uno de estos bloques. Lo que no es el caso. Como dije antes, había luchas en el seno de la clase Tutsi por la sucesión en el poder. Del mismo modo, ha habido tensiones cuando los hutus tomaron el poder en 1959 y a partir de entonces. En 1990, cuando empieza la democratización, había partidos hutus y partidos tutsis que estaban contra el poder hutu de la época. Había una multitud de facciones diferentes, de partidos políticos con intereses divergentes, que entraban en competencia por el poder. No está definido de modo tan claro que haya hutus de un lado y tutsis del otro. Se dice incluso que un hutu podía ser promovido a la posición Tutsi dependiendo del número de vacas que poseyera o de las relaciones que mantenía con la realeza. Nada es nunca blanco o negro. Incluso se tiende a ignorar que existe la comunidad más antigua rwandesa, los Twa.

El proceso de democratización de los años 90 hace que las cosas estén en este escenario mucho más claras, obligando a la gente a hablar de los problemas. Por desgracia, el poder existente hizo una mala gestión de esta nueva dinámica. Por ejemplo, en respuesta a la petición legítima de los tutsis en el exilio de retornar al país, el Presidente Habyarimana habría respondido: "El vaso está lleno". El poder de la época fracasó al poner en marcha unas estructuras que lograron que todos pudieran salir ganando o perder todos un poquito para conseguir vivir juntos.

Por desgracia, hoy es el mismo escenario el que parece que está siendo reproducido por la clase dirigente dominada por los antiguos exiliados tutsis venidos de Uganda. No sólo con respecto a los hutus, sino también con respecto a otras clases tutsis que están en Ruanda como los supervivientes del genocidio de 1994 o la diáspora de los tutsis procedente del Congo o de Burundi y de todas partes alrededor del mundo. Aparentemente se están reproduciendo los errores del pasado.

Es conocida la ausencia flagrante de la comunidad internacional en el momento del genocidio en 1994, pero ¿cómo se explica que esta impotencia en resolver el conflicto perdure todavía?

La comunidad internacional fracasó en su misión en el momento del genocidio. Permaneció observando como una población diezmaba a la otra. Los cascos azules de la ONU estaban allí, ¡hubieran podido adoptar el mandato de detener el genocidio! Pero juzgó preferible retirarse en el momento más crucial, el momento en el que la población inocente tenía más necesidad de ello. La consecuencia hoy es la parálisis. La comunidad internacional puede ver perfectamente que las instituciones gubernamentales en Ruanda no son todavía democráticas y que no crean las condiciones necesarias y suficientes para una reconciliación real, pero no tiene el poder de decirlo, sólo porque se siente culpable. Le roe la mala conciencia. Afirma que después de todo el actual gobierno ha tenido el mérito de haber parado el genocidio cuando la comunidad internacional había huido. Es lo que el gobierno rwandés continúa alegando a todo el que quiera exigirle cuentas. Contraataca de inmediato: "¿Dónde estaban ustedes durante el genocidio? Debemos protegernos porque ustedes nunca nos protegieron." ¡Esto se ha convertido en una panacea, una explicación a todos los abusos que ocurren hoy, incluso en el Congo!

Entre estos abusos del nuevo gobierno rwandés, está la invasión de la República Democrática del Congo que provocó un número considerable de víctimas. ¿Cómo explicar el silencio, o por lo menos la gran timidez de la comunidad internacional frente a este drama?

La pregunta podría plantearse a la propia comunidad internacional. Alguien ha escrito recientemente: "¿En qué país es posible tener 1 700 000 muertos? ¿En qué país puede entrar otro país, quedarse en él y comenzar a explotar las riquezas sin que la comunidad internacional se digne a levantar ni siquiera el dedo meñique?"

Y él mismo responde: "Sólo en África y este país es el Congo". Todas las organizaciones internacionales están confirmando tales cifras: las intervenciones rwandesas y ugandesas en la República Democrática del Congo dejaron 1, 7 millones de víctimas y 2 millones de desplazados interiores, sin que esto conmueva al mundo.**

Por ejemplo, al este de la RDC la población congoleña le dirá que hay falsos Interahamwe (milicias extremistas hutus) que envió Ruanda para despoblar los pueblos y obligar a la gente a ir a las ciudades. Se dice que son ataques de Interahamwe. Pero curiosamente, cuando se señala a los militares de guardia rwandeses la presencia de estos pretendidos Interahamwe, nunca van a atacarlos. Cuando se han marchado estos pretendidos Interahamwe, un día, varias horas después, el ejercito rwandés ataca a la población local bajo el pretexto de que ha sido cómplice. Resultado: la gente huye de los pueblos y se concentra en la ciudad. Además, se produce una violación sistemática de las mujeres jóvenes y chicas en los pueblos, de una forma muy sistemática, pueblo por pueblo, lo que obliga finalmente a las poblaciones de los pueblos a huir de nuevo y a concentrarse en la ciudad. Estas son las consecuencias y la comunidad internacional lo sabe. Pero, ¿quién se conmueve?

¿Una iniciativa masiva por la paz en los Grandes Lagos no puede venir de la sociedad civil de la región?

La esperanza nos vendrá, en efecto, de la gente que sufre, de la gente que resiente los efectos de esta confusión en la región. La voz de esta gente se articula, no a través de los políticos o los dirigentes que poseen sus propios intereses, sino por medio de la sociedad civil que se está estructurando. Pero no debemos tampoco idealizar demasiado la capacidad de la sociedad civil para sacar a la región del pozo en el que se encuentra hoy. A un cierto nivel también la sociedad civil está politizada. Primero es necesario llegar a crear una visión común de hacia donde debe tender la región y darse los medios para ello. Esta región quiere desarrollarse y ofrecer a sus niños y a su juventud un medio en el cual sea posible vivir sin tener miedo. El momento no se conseguido aún, pero se están haciendo muchos esfuerzos. Nairobi Peace Initiative - Africa intenta montar, por ejemplo, junto a otras organizaciones una red de la sociedad civil africana a favor de la región de los Grandes Lagos. Soñamos incluso con crear un Parlamento de la sociedad civil que llevaría la voz de los pueblos de la región a las organizaciones regionales y a los jefes de Estado.

Lo que se debe saber es que esta guerra es una guerra de los jefes y no de los pueblos. Los pueblos de la región pueden cohabitar pacíficamente. Es por ello que nosotros queremos que esta voz de los pueblos se haga oír. Estoy seguro y convencido de que los pueblos de la región pueden vivir en armonía, que los hutus y los tutsis podrán vivir juntos en paz. Hay que crear únicamente un marco que facilite estas relaciones en el respecto mutuo y en el estricto respecto de la santidad de la vida. Hay que construir también la unidad regional y dar a la gente la libertad de moverse por todas partes. Pero esto debe ser realizado conscientemente, no debe ser forzado por los líderes cuya legitimidad está cuestionada.

¿Cómo se puede avanzar hacia la paz?

La palabra clave es la reconciliación. Es necesaria una reconciliación general, total en el ámbito de la región: reconciliación entre los líderes y la población, entre las propias comunidades, entre la región y el resto de África, y con el resto del mundo.

¿Cuáles son las condiciones de una reconciliación semejante?

En primer lugar es necesario que haya unas estructuras y unas instituciones que permitan que tenga lugar esta reconciliación. En consecuencia, y para mi es algo crucial, el principio democrático debe ejercerse en todos los países. Si hay una presión que la comunidad internacional puede ejercer, es la de abandonar su hipocresía y comenzar a decir que hay principios que existen internacionalmente y que deben ser respetados.

En segundo lugar, será necesario que la comunidad internacional cese de acrecentar el conflicto. ¿Cómo? Deteniendo las compras de oro, de diamantes o de coltán pues son los diamantes de la sangre, el oro de la sangre, el mineral de la sangre. Es también necesario que cesen de traer armas a esta región porque estas armas sólo contribuyen a destruir mucho más la frágil estructura social que existe y contribuyen únicamente a exacerbar mucho más las diferencias que ya existen entre los pueblos.

En tercer lugar, sería absolutamente necesario que hubiera una voluntad firme de esta comunidad internacional de sacar a la gente de la miseria en la que se encuentran, que es un factor que exacerba las diferencias y la violencia en esta región. Es necesario una inversión masiva y no una ayuda condicional, tímida y parcial, que nunca ha ayudado a la población pero que, por el contrario, ha ido a parar a los bolsillos de ciertos dirigentes y sólo ha contribuido a aumentar mucho más la miseria de las poblaciones locales, con un adeudamiento sin fin.

Para concluir, ¿cuál podría ser el rostro de la región de los Grandes Lagos en una decena de años? ¿Cómo podría evolucionar si se cumplen estas condiciones?

Diez años, es mucho para crear las condiciones de paz y de desarrollo en esta región. El potencial es enorme. El pueblo está allí. Los recursos están allí. De aquí a diez años, cumplidas todas estas condiciones, con inversiones claras, creo que la región atraerá al mundo entero. El potencial congoleño, aprovechado sabiamente, puede llenar de alegría África entera. Si hubiera solamente voluntad política por parte de la comunidad internacional y de todos los actores concernidos, haríamos de esta región un paraíso.

Entrevista realizada en Nairobi por Philippe Guirlet, el 27 de marzo de 2001


* J.K. Murhula es responsable de Programas en el Nairobi Peace Initiative - Africa (ver contactos). Es diplomado en ciencias políticas y administrativas de la Universidad de Kisanagi, en la República Democrática del Congo, donde trabaja como investigador en el Centro de Investigación en Ciencias Naturales. Ha sido también representante de la Liga Zaireña de los Derechos Humanos en Kivu. Sus propuestas reflejan sus opiniones personales y no necesariamente las de su organización, NPI-Africa.
** NDLR: La realidad de las cifras parece ser por desgracia aún más terrible, si se toma en consideración el informe de International Rescue Committee difundido el 8 de mayo de 2001 y que acaba de ser presentado en el Congreso Americano, que tiene en cuenta los 2, 5 millones de víctimas en 33 meses de conflicto en la R.D. del Congo, de los que 350.000 lo son por la violencia directa y los otros por el caos del sistema de sanidad y de la economía resultante de la guerra. "En dos departamentos, Moba y Kalemie, se estima que el 75% de los niños nacidos durante esta guerra han muerto antes de su segundo aniversario". (leer informe completo: www.theIRC.org/mortality.cfm).
Por el contrario, la situación está más contrastada y pone en escena a otros actores además de los ejércitos rwandés y ugandés, especialmente las fuerzas rebeldes y gubernamentales congoleñas que se disputan el poder en la R.D. de Congo, así como los ejércitos de Angola, de Namibia, de Zimbabwe y probablemente de Sudán, llegados en apoyo del Gobierno de Kabila (leer Los actores del conflicto).

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Algunos contactos por la paz en la región de los Grandes Lagos

  • Nairobi Peace Initiative - Africa NPI se fundó en 1984 con el nombre de Nairobi Peace Group (Grupo por la Paz de Nairobi), como una respuesta a los acontecimientos en el cuerno de África [sequía y guerra etíope]. NPI es una organización pacifista ubicada en Nairobi, Kenya, comprometida con la promoción de la transformación pacífica de los conflictos y la reconciliación en África. Ha establecido una entrañable relación de trabajo con numerosas ONG locales e internacionales, incluida el Institut for peace-building de la Eastern Mennonite University en Virginia, USA.

    Contact: NPI, Georges Wachira, Director
    P.O. Box 14984, Nairobi, Kenya - E-mail: npi@africaonline.co.ke

  • People for peace in Africa PPA se creó en 1989. Se trata de una asamblea ecuménica de personas comprometidas con iniciativas y actividades de apoyo a la paz alrededor de la región oriental de África. Se ha implicado y dado su apoyo a muchas otras organizaciones por la paz en Kenya, tales como Amani People Theater (see Caravane N°2, en inglés) y Chechemi Ya Ukwell movimientos por la no-violencia activa.

    Contact: Joseph A. Ngala, Coordinador
    P.O.Box 14877, Nairobi, Kenya - E-mail: ppa@africaonline.co.ke

  • Africa Peace Point Fundada a finales de 1998, APP es una organización paraguas de iniciativas de paz rurales. APP quiere organizar un forum en el que los más olvidados y los grupos rurales por la paz pueden expresar sus puntos de vista y pedir consejos sobre salidas pacíficas. En julio de 2000 contribuyó a la creación de un proyecto denominado Peace Gate (Puerta de la Paz) para trabajar en una salida pacífica en el África Oriental y de la región de los Grandes Lagos

    Contact: Michael Ochieng', Coordinador
    P.O. Box 21573, Nairobi, Kenya - E-mail: app@maf.or.ke

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Los actores del conflicto en RDC

"La guerra, que empezó en Agosto de 1998 e involucró a las fuerzas de al menos ocho países y a NÚMEROSos grupos armados, continuó. (...) Miles de civiles desarmados, principalmente al este del país, fueron asesinados. Muchos cientos de miles de personas huyeron a los países vecinos y alrededor de un millón fueron desplazados en el interior de la República Democrática del Congo (RDC). Los malos tratos y las torturas, incluidas las violaciones, fueron moneda corriente (...).

La oposición armada - compuesta por la Fuerza por la Democracia Congoleña (FDC) y el Movimiento de Liberación del Congo (MLC) - continuó siendo apoyada por las fuerzas armadas de los gobiernos de Burundi, Ruanda y Uganda. Las fuerzas gubernamentales de la RDC siguieron siendo apoyadas por las de los gobiernos de Angola, Namibia, Zimbabwe y, parece ser, del Sudán. El Chad retiró sus fuerzas (...). Al final del año, el ejército de oposición y las fuerzas aliadas extranjeras habían ocupado la mayor parte del este, norte y centro de la RDC que hasta entonces estaban bajo el control de las fuerzas leales al gobierno. Después de la retirada de las fuerzas leales al gobierno, una serie de grupos armados congoleños, como los mayi-mayi, así como otros grupos, incluidos la milicia Rwandesa interahamwe y antiguas fuerzas gubernamentales Rwandesas, continuaron atacando en el este de la RDC a las fuerzas de oposición y a sus colegas extranjeros. (...)

Las facciones dela RCD y sus aliados llevaron a cabo numerosas matanzas y otros abusos de los derechos humanos contra civiles desarmados sospechosos de haber apoyado al gobierno y a los grupos armados locales. Las fuerzas que se les oponían también cometieron abusos contra los derechos humanos.

La ONU, la Organización para la Unidad Africana y la Unión Europea hicieron un llamamiento a poner fin al conflicto armado en la RDC, pero no cedieron a las presiones del gobierno de la RDC que les pedía una condena de la invasión de su territorio por los países vecinos. En abril el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución exigiendo el final del conflicto y el inicio de una investigación de las violaciones de los derechos humanos y de la ley humanitaria internacional, tan pronto como lo permitiera la situación de seguridad. (...) En agosto, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el despliegue de oficiales de enlace militares para preparar el despliegue de una fuerza de pacificación (...)"

Extraído del informe de Amnistía Internacional 2000: www.amnesty.org

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