La industria turística y los Estados dominan desde hace mucho tiempo la actividad turística. Es imprescindible a partir de ahora que se impongan como actores del turismo las otras categorías a las que concierne. En primer lugar están las poblaciones locales (sus elegidos, sus grupos de mujeres, de artesanos, de profesores, de jóvenes, etc.), durante demasiado tiempo dejados al margen de las decisiones. Luego están los diferentes actores de la sociedad civil y de las ONG competentes, en los países emisores como en los países receptores. Es necesario. por último, que los propios turistas, a menudo consumidores pasivos, jueguen un papel activo.

La Organización Mundial del Turismo (OMT) se esfuerza desde hace algunos años en dotar al sector de textos de referencia que permita inscribir el turismo en una perspectiva de desarrollo duradero. Estos textos gustan más o menos a algunos lectores diversificados...

No ocultamos que la Carta del turismo duradero, publicada al final de una Conferencia que reunía a varios centenares de personas¹, para concretar en el ámbito del turismo los impulsos de la Cumbre de la Tierra de Río, nos gusta más que el Código Mundial de Ética del Turismo², adoptado durante la Asamblea General de la OMT en otoño de 1999 y que posee por tanto más autoridad formal.

En medio de esta abundancia de textos a menudo enterrados con tanta rapidez como se publican, ¿no corresponde a la sociedad civil el apropiarse especialmente de un documento cuando le parece más inspirado y más rico que otro?

Es por lo cual hemos optado en este dossier por publicar algunos extractos de esta Carta poco conocida, antes que por reproducir el Código que nos parece un retroceso con relación a esta última.

D.V.

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