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Los pueblos, unidos, ¡jamás serán vencidos!

Reflexiones sobre las nuevas ciudadanías transfronterizas generadas por los Migrantes.

Cuando los latinos se encontraron con los magrebinos durante el reciente Foro Social Mundial de las Migraciones una corriente telúrica corrió por el encuentro [1].
En efecto, la frontera México-USA y el Mediterráneo constituyen dos verdaderas "placas tectónicas" de los movimientos migratorios en el mundo actual. Por cierto, los flujos migratorios son complejos y existen desde el alba de la humanidad. Actualmente las migraciones al interior de África y de China representan desplazamientos de millones de humanos, principalmente jóvenes y mujeres. Hay migraciones Sur-Sur, Sur-Norte, Este-Oeste. Lo que las caracteriza, de una u otra forma, es la búsqueda, por múltiples razones, y a menudo con peligro de muerte, de una vida un poco más digna y en paz.

Ya existen variados y fecundos análisis económicos, jurídicos, demográficos de estos diversos flujos migratorios. Lo que estamos enfatizando es que la frontera México-USA y el Mediterráneo concentran en una distancia geográfica reducida enormes distancias económicas y demográficas.
Pero más allá, o más acá, de estas dimensiones materiales, los flujos migratorios están transformando profundamente los imaginarios culturales y políticos. Los migrantes constituyen nuevos movimientos sociales que están provocando nuevas concepciones y prácticas de la ciudadanía desde lo local a lo mundial.

En el Foro Social Mundial de Migraciones había mejicanos de Chicago, nicaragüenses en Costa Rica, salvadoreños y guatemaltecos en Miami, bolivianos en Argentina, chilenos en Francia, en Italia, en España, ecuatorianos en España, colombianos en Barcelona, más mejicanos en Los Ángeles. Había magrebinos de Marruecos, Túnez, Algeria, Mauritania, del Sahara Occidental y algunos africanos del Sur del Sahara, sobretodo francoparlantes. Había migrantes de Europa, principalmente de Francia. Los marselleses y las marsellesas llegaron en un bus y se hacían notar porque eran unidos y organizados distribuyendo “La Carta Mundial de los Migrantes”. Lamentablemente no habían chinos quienes aún no participan activamente de los foros sociales, lo que no deja de ser problemático porque los chinos no sólo constituyen uno de los principales componentes de los flujos migratorios al interior de China, en el continente asiático y repartidos por el mundo, sino sobretodo porque una sociedad civil activa en China misma, será uno de los elementos claves de la democracia ciudadana en el mundo.

Uno de los rasgos significativos de este encuentro entre migrantes del mundo y especialmente de los latinos con los magrebinos y otros pueblos migrantes es que ellos conllevan nuevos componentes de las alianzas sociales, políticas y culturales indispensables para abrir las puertas de cambios sociales y políticos al interior mismo de Estados Unidos y, junto con ello, en numerosos países y regiones.

Si los latinos en Estados Unidos logran, no sólo reforzar sus organizaciones y reclamar por sus reivindicaciones, sino además establecen alianzas con los movimientos por los “civils rights” -con los herederos de Martin Luther King- y no sólo con el movimiento negro, sino también con los asiáticos y, más aún con los blancos pobres de Estados Unidos, que los hay y muchos, entonces construirán alianzas sociales capaces de aislar la predominancia de los neoconservadores y vaciar su proyecto hegemónico y reaccionario.

Sin embargo, los latinos presentes en el Foro Social Mundial de las Migraciones son conscientes que no hay que ocultar el hecho que el racismo existe incluso entre los propios migrantes y los vínculos entre latinos, negros, asiáticos y blancos no son fáciles de construir.

En este contexto la Carta de la Libertad -“The Freedom Charter”- redactada ya el 5 de junio de 1955 por los sudafricanos, entre ellos Mandela, es un texto pionero.

Cuando Mandela y sus compañeros se reunieron con cerca de 3000 sudafricanos en Kliptown, un barrio popular de Johannesbourg, y redactaron The Freedom Charter, escribieron en el primer artículo de dicha Carta: “Africa del Sur pertenece a todos: a los negros y a los blancos y ningún gobierno puede reclamar su autoridad si no está basado en la voluntad del pueblo”.

Mandela y sus compañeros ya estaban siendo perseguidos por los agentes del régimen del apartheid, pero algunos miembros de su propia organización no podían tolerar que en el primer artículo de la Carta de la Libertad se mencionara que Africa del Sur pertenecía no sólo a los negros, sino también a los blancos. Pero Mandela mantuvo intacta esa afirmación. Estuvo 27 años prisionero por el régimen del apartheid dominado por los blancos y ese texto es hoy el primer artículo de la Constitución de Africa del Sur.

Si recordamos la Carta de la Libertad evocando las nuevas alianzas sociales que se están tejiendo entre los migrantes es porque este documento histórico encierra lecciones fundamentales que debemos recoger hoy. Haber afirmado que Africa del Sur, dominada por el régimen del apartheid pertenecía a todos, incluidos los propios blancos, era la afirmación decisiva que las sociedades son plurales, multiculturales y es la diversidad la que constituye la unidad.

Mas aún, y allí se descubre el carácter genial de la estrategia puesta en marcha por Mandela y sus compañeros, esta afirmación de la diversidad permitió aislar al adversario, rodearlo, neutralizarlo y derrotarlo por todos los medios, civiles y armados, hasta el triunfo electoral de Mandela hace sólo 12 años, en 1994.

Porque Mandela y sus compañeros tenían claro que bajo el régimen del apartheid los negros no eran iguales a los blancos, que los dominadores no podían compararse con los dominados. En las sociedades actuales no se debe comparar en un mismo plano el ocupante y el ocupado. A Mandela y sus compañeros no se le pasaba por la cabeza la idea de una colaboración armoniosa con los dominadores que habían implantado el régimen del apartheid, pero al afirmar que Africa del Sur pertenecía a todos, incluido los blancos, empezaron a cortar la rama sobre la cual se había sentado el régimen del apartheid.

Decir que la diversidad, la pluralidad, es el fundamento de la unidad, es una afirmación profundamente revolucionaria, libertaria, capaz de echar las bases de un movimiento social vasto, poderoso que cambia la sociedad y su régimen político.

Las nuevas alianzas sociales que se van construyendo entre los migrantes hoy de algún modo constituyen una actualización de aquellas que ya se dieron en el continente americano, en el período que precedió a la gesta de la independencia de la tutela colonial española, portuguesa, inglesa y francesa en América. La alianza inconclusa de los negros haitianos, los primeros que lucharon por la independencia, con los pueblos originarios del Caribe y de la actual Venezuela y Colombia no logró cristalizar antes de las Guerras de la Independencia del siglo XVIII. Pero hoy nuevos tejidos sociales, políticos y culturales se están bosquejando entre los latinos, los negros, los pueblos originarios, y desbordando las fronteras, los asiáticos, los magrebinos, los africanos al Sur del Sahara, los migrantes en Europa. Así se va configurando, cadena a cadena, eslabón a eslabón, paso a paso, una Alianza Mundial de Migrantes y la Carta Mundial de Migrantes que los participantes al Foro Social de las Migraciones en Madrid han lanzado al debate, será un instrumento de reflexión y proposición asumido por les propios migrantes.

Estamos asistiendo a la construcción de nuevos tejidos sociales y políticos que van perfilando nuevos movimientos sociales. Los migrantes son portadores de los nuevos rostros de la ciudadanía del siglo 21, a pesar que a menudo son perseguidos, sin papeles, sobreviven trabajando en condiciones precarias cuando no propias a una esclavitud moderna, sin olvidar a aquellos que mueren ahogados o bajos las balas de los que construyen los nuevos muros del apartheid.

Hoy, principalmente las nuevas generaciones, están superando los lazos puramente nacionales. Los latinos de Michoacán o Zacatecas en Chicago y en Los Ángeles que luchan por ejercer su derecho a voto en Estados Unidos y en México, son más que votantes. Los ecuatorianos y colombianos en Francia, en Italia, en España están generando nuevas prácticas sociales y culturales. Los jóvenes chilenos y bolivianos que están luchando por la salida al mar de Bolivia son más que chilenos y bolivianos, los magrebinos en las banlieues francesas son franceses y magrebinos y son más. El capitalismo globalizado explota, persigue, pretende arrinconar, canalizar, neutralizar los flujos migratorios, pero los migrantes siguen migrando, no sólo porque las placas tectónicas de la humanidad en esta alba del siglo 21 siguen desplazándose y crujiendo, sino además porque las nuevas culturas que llevan los migrantes en sus cuerpos nómadas trascienden las fronteras, van generando nuevas maneras de hablar, de comer, de cantar, de bailar, de pensar, de sentir, de luchar.


[1El Foro tuvo lugar en la ciudad de Rivas cercana a Madrid, del 22 al 24 de Junio del 2006. http://www.fsmm2008.org/fsmm2006.php


LOS AUTORES

Gustavo Marin
Director del Foro para una Nueva Gobernanza (...)
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