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Actualidades > 2002, Febrero : Después Porto Alegre ... Mesa de diálogo y controversia
Varios artículos redactados después del Foro de Porto Alegre 2003 ya están disponibles. Deseamos con esto ilustrar la diversidad de las contribuciones de los aliados en este evento.

La economía solidaria se vuelve un tema primordial para la sociedad civil internacional - El Polo de Socioeconomía Solidaria (PSES)
Philippe Amouroux y Françoise Wautiez

« Mapeadores » en el FSM
La experiencia de una valorización cartográfica de debates

Véronique Rioufol, con la contribución de los « mapeadores »

El reencantamiento del Foro Social Mundial
Las redes de los Artistas en Alianza

Hamilton Faria

Propuestas sobre el futuro de la Alianza
Informe de la reunión de los aliados en Porto Alegre

Marti Olivella y Laia Botey



También están a su disposición las notas de presentación de las cuatro mesas de diálogo y controversia, que fueron una de las innovaciones de esta última edición del FSM.

1.¿Qué tipo de globalización y cómo debe gobernarse el mundo?

2.Estamos frente a una gran crisis económicofinanciera: ¿en qué consiste esta crisis? ¿Qué alternativas existen?

3.Desencuentros y tensiones entre movimientos sociales, partidos e instituciones políticas: ¿cómo conquistar la democracia participativa?

4.En oposición a las guerras del siglo XXI, ¿cómo construir la paz entre los pueblos?

 

 

Estamos frente a una gran crisis económicofinanciera: ¿en qué consiste esta crisis?
¿Qué alternativas existen?

Nota de presentación de la problemática

Los escándalos y la crisis que rodean a las grandes corporaciones y al sistema financiero mundial son indicios de los límites intrínsecos de la economía globalizada montada a su servicio.

Desde finales de la década del ‘70 se definieron estrategias y se implementaron políticas con el objeto de recomponer la hegemonía capitalista. Con el libre mercado por estandarte, la búsqueda de la productividad por sobre todas las cosas y la competencia sin límites, se sentaron las bases de un sistema cuyo centro son las grandes corporaciones económicofinancieras privadas, operándose así una gigantesca concentración de riquezas y de poder a escala global. Dentro de esa perspectiva, la liberalización, la privatización y la reducción del papel de los Estados en la regulación de la economía se tornaron dogmas. Como resultado de este proceso, la salud económica de las empresas, de las economías de los países y de sus gobiernos pasaron a ser evaluados en el mercado de capitales, siguiendo las normas y reglas de los especuladores, legitimadas únicamente por la búsqueda del lucro máximo. El mundo, privatizado y manejado como un gran negocio, se convirtió en una suerte de casino global. Y tal como suele ocurrir con los casinos, ahora está quebrando. Balances ficticios, falencias espectaculares, brusca caída del valor de las empresas... la exuberancia y la fragilidad de este capitalismo globalizado parecen formar parte de su naturaleza misma. ¿Qué crisis es esta? ¿Cuáles son sus causas profundas?

Las crisis forman parte de la manera de ser del sistema capitalista. Lo novedoso, en la crisis actual, es el hecho de que la crisis abarque simultáneamente a todo el mundo. Y, además de ser global, la crisis actual tiene por cuestión central su proyecto mismo, el poder, las políticas, los procesos y las estructuras de la globalización neoliberal promovida a sangre y fuego. Nadie es ajeno a la crisis. Ningún pueblo, ninguna nación, ninguna sociedad o Estado puede ubicarse al margen, a pesar de la enorme diversidad de situaciones. ¿Cómo enfrentar la crisis actual? ¿Qué control puede ejercerse sobre las grandes corporaciones? ¿Cómo “liberar” a las economías de la lógica especulativa y destructiva del sistema financiero mundial?

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Un tema de fondo, agravado por la crisis actual, es la hegemonía de la economía sobre la sociedad

Vivimos en un mundo invertido. En lugar de que la economía esté al servicio de la sociedad, ésta última se ve subyugada por la primera. El divorcio es tan radical que nunca, en la historia de la humanidad, se produjo tanto y con tanta productividad, pero de manera totalmente disociada de las necesidades humanas. La máxima expresión de la globalización capitalista en curso consiste en acumular sin producir nada, especulando simplemente sobre la salud económica de sectores y pueblos enteros. Nada más absurdo que ver las acciones de un conglomerado multinacional crecer en las bolsas de valores del mundo por el simple anuncio de una reestructuración de sus negocios, con despidos en masa de sus trabajadores. Sin mencionar los cinturones de paraísos fiscales que rodean a los principales centros económicofinancieros mundiales, donde se lava el dinero sucio de esta economía de un único derecho: el derecho de quienes detienen el capital. Desde un punto de vista social, la crisis de las relaciones de trabajo de esta economía, con exclusión económica masiva y de dimensiones planetarias - desempleo, trabajo precario, migraciones, etc. – constituye un indicio de los límites intrínsecos de la globalización capitalista.

Estamos frente a una encrucijada de civilización y no sólo frente a un problema económico. Por primera vez, la humanidad no se enfrenta a un problema de escasez para satisfacer las necesidades y derechos de todas las personas, sino a un problema vinculado al modo de producción y distribución de la abundancia. Es decir, la desigualdad social, expresada como desigualdad económica en el acceso y uso de los recursos naturales y de los bienes y servicios producidos es, en realidad, un problema de desigualdad de poder económico. No faltan recursos. Por el contrario, lo que se pone en tela de juicio es el modo de gestión que surge de ese poder desigual, llevando a una vergonzosa concentración económica a escala global. La pobreza que tenemos en el mundo no es producto de la escasez, sino de la injusticia económica intrínseca del sistema. Nuestro problema económico central es combatir la desigualdad, poniendo de manifiesto la dimensión de poder que interviene en las relaciones que alimentan esta economía mundial. Nos enfrentamos a múltiples y articuladas desigualdades sociales –entre clases, de género, étnico-raciales, entre países, etc.-. ¿Qué economía construir para servir a la sociedad?

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El sistema económico mundial es, social y ecológicamente, insustentable

Frente a la crisis actual, es evidente hasta qué punto las sociedades perdieron el poder de formular políticas a partir de Estados Nacionales democráticamente constituidos, trasladándose dicho poder a instituciones económicas globales que no son ni democráticas ni transparentes. Como resultado, se aceleró la concentración de riquezas en pocas manos, ampliando las desigualdades y la exclusión a nivel mundial, y se avanzó en la destrucción del patrimonio común de la humanidad, los recursos naturales del Planeta Tierra. Lo que se debate aquí es la sustentabilidad de la vida, y no sólo la del sistema.

¿Cómo hacer que la sustentabilidad natural y social sea una condición indispensable del modo de organización de la economía? ¿Las alternativas propuestas son compatibles con el doble objetivo de lucha contra las desigualdades, inclusión de todos nuestros derechos y preservación de los recursos naturales? ¿La democracia, estableciendo la supremacía de todos los derechos humanos a todas las personas, puede ser una alternativa? ¿Construir una ciudadanía planetaria y una democracia global es crear nuevas bases para la economía, con sustentabilidad social y ambiental? ¿Los grandes conglomerados y el sistema financiero actual pueden someterse a un ajuste democrático de esta índole? ¿Y de qué manera?

¡El mundo no es una mercancía! ¿Qué alternativas construir?

La enorme crisis actual revela los límites de la mercantilzación total : además de los bienes y servicios vendidos y comprados en el mercado, todas las relaciones, procesos, estructuras, bienes comunes y hasta la naturaleza misma y la vida son transformados en mercancías. Pero lo más grave es su autoimagen, el poder de su ideología, que se presenta como única e inevitable. El predominio de un modo de pensar mercantil, propio del neoliberalismo, parece dominarlo todo, tanto la vida material como los corazones y las mentes. Contra todo eso se rebelan, de formas diversas y contradictorias, múltiples actores sociales en verdaderas y nuevas coaliciones globales. Movimientos históricos y jóvenes se unen para decir ¡No, basta! Este fortalecimiento de los movimientos sociales de carácter de global, ¿es portador de alternativas para la crisis actual? ¿Cómo implementarlas entonces?

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