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Presentación de una propuesta de Carta de las Responsabilidades Humanas

¿De dónde viene la idea de Carta?

"La Tierra es nuestra única e irremplazable morada. La humanidad, con toda la diversidad que la caracteriza, pertenece al mundo de los seres vivos y está estrechamente implicada en su evolución. Sus destinos son inseparables."

Con estas palabras empezaba la primera propuesta de Carta, presentada en 1999 a los diferentes Talleres de la Alianza por un Mundo Responsable, Plural y Solidario. Ese fue un momento esencial de la historia de la Carta de la Alianza, un largo proceso de diálogo entre todos los que compartían las mismas preocupaciones frente a las crisis a las que se enfrentaba la humanidad y que quisieron unirse a los otros para hacer frente a los retos de nuestro tiempo.

En los debates se trató de la necesidad de una Carta, de la legitimidad, la naturaleza, el proceso de aprobación de la misma, de la manera de ponerla en práctica en el seno de la sociedad civil y como elemento constitutivo de las instituciones internacionales. A lo largo de todo este proceso, el proyecto de 1999 se reveló como un "pretexto" en los dos sentidos del término: el mismo permitió suscitar un intenso diálogo intercultural e interdisciplinario y experimentó profundas transformaciones.

¿Hace falta una nueva Carta?

La Alianza nació en 1993 a partir de la publicación de un texto que sirvió de base: la Plataforma por un Mundo Responsable y Solidario. Se trataba de un llamamiento a la unión para superar nuestro sentimiento de impotencia frente a las crisis capitales del mundo actual: la diferencia entre el sur y el norte, entre los pobres y los ricos, entre los hombres y las mujeres, entre la naturaleza y la humanidad. La Plataforma desempeñó un papel esencial en la movilización de personas de todos los continentes que compartían experiencias e ideas en la mayoría de ámbitos de la actividad humana, así como en la elaboración de propuestas que permitieran llevar una vida digna a todos los seres humanos y garantizar la protección del planeta.

Durante el transcurso de esta primera etapa de la vida de la Alianza, los participantes llegaron a la conclusión de que para afrontar los grandes retos del siglo XXI era preciso elaborar un nuevo pacto social entre los seres humanos con objeto de sentar las bases de su colaboración con vistas a garantizar la supervivencia de la humanidad y del planeta. Dicho pacto debía asumir la forma de una Carta adoptada por los ciudadanos del mundo entero y, posteriormente, por las instituciones internacionales.

Un " tercer pilar "

Actualmente, la vida internacional se apoya en dos pilares: la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que se centra en la dignidad de los seres humanos y la defensa de sus derechos, y la Carta de las Naciones Unidas, cuyos puntos centrales son la paz y el desarrollo. Gracias al marco que han creado estos dos pilares, se ha logrado un progreso indiscutible en la organización de las relaciones internacionales. Sin embargo, durante el transcurso de los últimos cincuenta años el mundo ha experimentado cambios radicales. La humanidad se enfrenta ahora a retos nuevos. Estos dos primeros pilares no bastan para hacer frente a los cambios que nos depara el futuro. .

La idea de un tercer pilar, de una Carta de la Tierra, que tratara principalmente de las relaciones entre la humanidad y la biosfera, apareció por primera vez en la Conferencia mundial de Estocolmo sobre el medio ambiente en 1972. Esta idea se recuperó con ocasión de la preparación de la Cumbre de la Tierra en 1992 en Río de Janeiro pero al final no se aprobó ninguna Carta de la Tierra dado que los gobiernos no consiguieron llegar a un consenso sobre una formulación adaptada a los retos reales del mundo. No obstante, en esa época ya se inició el proceso y desde entonces se ha venido elaborando un gran número de proyectos de Cartas a partir de iniciativas procedentes, en general, de la sociedad civil internacional. Esta profusión en sí misma demuestra que muchos están convencidos de que resulta urgente crear ese tercer pilar. Por esta razón, igualmente, la Alianza ha hecho de la redacción colectiva de dicha Carta uno de sus objetivos.

El proceso de redacción

El proceso de elaboración de una Carta es necesariamente iterativo. De hecho, debe satisfacer dos objetivos: la unidad y la diversidad; así, es preciso elaborar bases comunes para la acción respetando la diversidad cultural, lingüística, económica, política y geográfica, para lo cual se ha adoptado un sistema iterativo de propuestas y validaciones con el fin de construir progresivamente la convergencia.

De 1995 a 1998, por iniciativa de André Levesque y su equipo, se animaron talleres de trabajo en África, Asia, América Latina y Europa. El objetivo de estos talleres era extraer valores y principios comunes a partir de la realidad cotidiana que se vivía en las diferentes sociedades. La primera propuesta de Carta (1999) constituye el resultado de estos trabajos.

De 1999 a finales del año 2000, este proyecto de Carta se puso a prueba de manera sistemática examinando cómo los principios enunciados podían aplicarse de manera específica a diferentes ámbitos de la actividad humana y a diferentes contextos culturales. En ese mismo momento, numerosos talleres de la Alianza elaboraban propuestas capaces de afrontar los retos del siglo XXI en sus respectivos ámbitos.

Las reacciones al proyecto de Carta de 1999 y el examen de estas propuestas hicieron que se tomaran decisiones; así, en 2001 se decidió proceder a la elaboración de un proyecto final de Carta capaz de incluir este conjunto de reflexiones. En otoño de 2001 el comité de redacción presentó un primer proyecto a una comisión de expertos cuyos comentarios han permitido que se aporten mejoras considerables al texto inicial. Esta propuesta de Carta se expondrá en la Asamblea Mundial de Ciudadanos de Lille en diciembre de 2001. Los participantes examinarán la adecuación de la misma a los diferentes contextos existentes. El comentario que se desprenda permitirá la redacción de la versión final.

El viaje no se termina en Lille

Tras la Asamblea de Lille, la Carta deberá abrirse camino en el seno de la sociedad civil y, por lo menos, así lo deseamos, en las instituciones internacionales en un momento dado. La Alianza continuará sometiendo a prueba la adaptación del texto a diferentes contextos culturales y la aplicación concreta de los principios de la Carta por parte de diferentes medios socioprofesionales.

La Carta : un núcleo común para la diversidad de propuestas presentadas por la Alianza

La Carta de responsabilidades humanas no se basta a sí misma; simplemente pone de relieve la esencia de los elementos que tienen en común las propuestas elaboradas por los diferentes Talleres de la Alianza: el llamamiento a ser conscientes de la necesidad imperiosa de asumir nuevas responsabilidades tanto a nivel individual como a nivel colectivo.

El principio directivo de la Carta se presenta como el núcleo común susceptible de ser trasladado y aplicado a diferentes ámbitos de la actividad humana y de ser traducido a diferentes idiomas adoptando una forma adecuada a cada cultura. A modo de metáfora: el núcleo común en cuestión también puede considerarse como las raíces de un árbol, como la higuera de la India, que da origen a numerosas ramas y nuevos troncos. Estos últimos constituyen la traducción de los principios directivos que se adaptan a diversos contextos culturales y a diversos ámbitos de la actividad humana.

Las características más importantes de la Carta

- Se trata de una Carta de las responsabilidades de la humanidad frente a los retos del siglo XXI.
- No es un documento circunstancial que corresponda a preocupaciones a corto plazo o a una actividad humana concreta. Al contrario, la Carta propone principios generales comunes a todos los que la adoptan.
- La Carta debe servir de fundamento para un nuevo pacto social que defina nuevas reglas que sean aplicables por cada medio social y profesional y a sus relaciones. Pretende ser, a la vez, un marco de referencia para la conducta personal y el fundamento de un marco político institucional y jurídico.
- Los principios generales que en ella se exponen deben trasladarse a contextos diversos y aplicarse de manera progresiva a diferentes ámbitos de la actividad humana constituyendo el marco de referencia de diferentes medios (las personas en sí, las comunidades, los medios socioprofesionales, los gobiernos, las empresas, etc.).

¿Es la responsabilidad un concepto universal?

Sí y no. Podemos encontrar la noción de responsabilidad como concepto ético en todos los grupos humanos aunque los mismos difieren en la manera de concebir cómo debe ser asumida esta responsabilidad. En algunas sociedades la responsabilidad recae en una persona del grupo en vez de ser asumida por cada uno de sus miembros por iniciativa propia. En esas condiciones, la manera en la que cada uno es responsable de sus actos difiere en la práctica. Y las diferencias culturales son aún más marcadas cuando se trata de dotar de contenido legal a la idea de responsabilidad.

La crisis a la que se enfrenta ahora la humanidad obliga a superar estas diferencias. Del mismo modo que las naciones del mundo han aceptado la idea de los derechos humanos, ahora resulta necesario introducir la noción de responsabilidades humanas. Por otra parte, una cooperación y una gobernanza mundiales no son concebibles sin un cierto número de ideas y principios universales que, vengan de donde vengan, puedan considerarse beneficiosos para el conjunto de la humanidad.

La responsabilidad con respecto a la vida en sí

La envergadura de las crisis sociales y medioambientales de nuestro tiempo hace que lo que ahora esté en juego sea el don de la vida en sí misma, que tenemos el deber de proteger. La vida no la crean los seres humanos. Éstos forman parte de la misma: la vida es el misterio que une a todas las vidas que se perpetúan en la naturaleza, en el seno de la humanidad y en las relaciones entre ellas. La humanidad tiene la responsabilidad común de salvaguardar la vida con toda la diversidad que ella conlleva. Por este motivo, una Carta basada en esta toma de conciencia es universal en el sentido estricto del término ya que la misma atañe a todo lo que existe, tanto lo visible como lo invisible y engloba algo que va más allá de la capacidad de comprensión y gestión humana pero de lo cual la humanidad en su conjunto es responsable. De esta responsabilidad fundamental se deriva la necesidad de crear y preservar un lugar para los otros pueblos y las otras formas de vida. La manera en la que se comparte esta responsabilidad variará de un contexto a otro pero, en todas partes, dicha preservación del lugar reservado a los demás y a las otras formas de vida constituye una parte integrante de la protección de la vida en sí misma.

De hecho, esta es la visión que ha inspirado la propuesta de Carta de las Responsabilidades Humanas :


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