La Asamblea ha alcanzado los tres objetivos que se había fijado. La misma ha permitido comprobar que el deseo y la capacidad de dialogar existen, a pesar de las dificultades reales que surgen cuando llega el momento de que personalidades de todos los medios y de todas las regiones del mundo se entiendan. Los participantes han llegado a un consenso por lo que se refiere al interés y la importancia de una Carta de Responsabilidades Humanas como tercer pilar de la vida internacional y han aportado elementos enriquecedores a la Carta. La Asamblea ha servido para establecer los rasgos generales de un conjunto de medidas previstas para el siglo XXI, proceso durante el cual se ha favorecido la búsqueda de puntos de acuerdo sobre las prioridades de cambio. Concretamente, la Asamblea ha servido para demostrar que las propuestas presentadas por los diferentes medios sociales y profesionales eran muy convergentes. Y una gran convergencia es lo que se ha detectado entre el conjunto de medidas derivadas de la Asamblea y los ejes estratégicos derivados de los trabajos de la Alianza. Este conjunto de medidas descansa sobre un base ética común capaz de orientar las conductas individuales y, al mismo tiempo, de constituir el fundamento de las reglas jurídicas. Dicho conjunto implica un cambio radical en la concepción y la gestión de las relaciones entre la humanidad y el medio ambiente. Asimismo, conduce a efectuar cambios profundos en la manera de llevar a cabo las diferentes actividades humanas. Ante todo, supone una nueva concepción de la gobernanza a todos los niveles, en particular, implica el surgimiento de una gobernanza mundial democrática, fiable, justa, que respete la pluralidad y que sirva para tratar los desafíos comunes.

 


Ultima modficación el