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Número 6 Agosto 2000

Sumario
bulletCorreo de los Aliado(a)s
bulletEditorial
bulletel pueblo mohawk
bulletASAMBLEA 2000-2001
bulletAlianza en movimiento
bulletNotas sobre la Alianza
bulletRED DE JOVENES
bulletCHANTIER GOBERNANZA MUNDIAL
bulletArtista invitada
bulletEquipo
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bulletUNESE A CARAVANA
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200 años lejos del hogar...

Durante más de 200 años el pueblo mohawk, tradicional en la Confederación Iroquesa, ha soñado con volver algún día al hermoso Valle Mohawk. Estas tierras constituían sus pueblos, pero actualmente una sociedad agrícola extensiva está derribando montes y bosques, a lo largo de las aguas del río Mohawk, en el estado de Nueva York. Las guerras y los conflictos del 1700 que acarrearon la invasión europea echó a los mohawks de sus tierras, de sus pueblos, de los lugares donde descansaban sus antepasados. El sueño y las profecías sobre el retorno se mantuvieron a lo largo de las décadas. Las décadas se convirtieron en siglos. Y entonces, en medio de uno de los problemas más graves por los que ha pasado el pueblo mohawk, renació la esperanza de volver a casa, un retorno a los caminos, los campos, los arroyos y los ríos de sus antepasados. Ésta es la historia.

"Si eres demasiado radical, acabas aislándote incluso a ti mismo" nos dijo el Jefe Tom Porter del clan del Oso y nosotros, el equipo de Caravana, que estábamos sentados en la acogedora cocina de la comunidad Kanatsiohareke a altas horas de una fría noche de mayo, lo entendimos en seguida. Aquella tarde nos habíamos desplazado desde la ciudad de Nueva York hasta Fonda, un pequeño municipio del norte del estado de Nueva York para conocer a Tom Porter, de 53 años, jefe mohawk, y a su comunidad mohawk, que, armados de valor, habían dado un paso importante al trasladarse desde la reserva de Akwesasne hasta su hogar ancestral. Al advertirnos sobre los peligros de mostrarse excesivamente radical, el jefe Porter se refería a su propia lucha año tras año para regresar a su hogar ancestral. En los años 50 hubo un intento, pero fue radical y polémico, lo cual suscitó una actitud nerviosa y defensiva por parte de los habitantes de Fonda. Esta vez el jefe Porter y su gente hicieron las cosas de otra manera -de una manera que consiguió ganarse los corazones y las mentes de la gente de Fonda.

Queremos una tradición viva

Inspirado por una profecía de los ancianos mohawk según la cual su pueblo volvería a su tierra natal, Porter encabezó una campaña de recogida de dinero para adquirir tierras en el valle Mohawk y así poder establecer su comunidad mohawk, donde pudieran practicar su larga tradición Longhouse, hablar su lengua nativa y compartir sus costumbres y cultura con otras personas. "Queremos una tradición viva", nos dijo el jefe Tom Porter, "no una que se alimente de polvo, como son los libros sobre la gente que vivió en la antigüedad. Queremos que nuestra lengua esté viva, que nuestros valores estén vivos cada día, que nuestras leyes estén vivas cada día y que nuestras costumbres vivan cada día." Finalmente, en verano de 1993, en una subasta pública, se vendieron 322 acres de tierra junto al río a un pequeño grupo de mohawks tradicionales que estaban preparados para construir un hogar en tierras antiguas. Fue ejemplar el apoyo recibido tanto de nativos como de no nativos del área local, de Nueva York y de otros países. El apoyo ha sido tanto material como espiritual, y ha ayudado a mantener a las familias mohawk que se han trasladado al valle de este río. La fuente que se encuentra en la ladera mana a buen ritmo y les proporciona agua para beber y un motor potencial de energía hidroeléctrica para sus casas y talleres. Este lugar, que ellos llaman Kanatsiohareke (Ga na jo ha lay: gay), La cueva limpia, está lleno de esperanza. Éste es el mismo nombre con que bautizaron este lugar junto al río Kanienkehaka sus antepasados. Su nombre proviene de las cuevas subterráneas del fondo rocoso del río que constituyen una singularidad geológica.

Ahora unas cuantas familias del clan del Oso viven aquí. Esperan que más familias de Akwesasne se les unan -gente del pueblo mohawk con ideas tradicionales, harta de los conflictos que causan el juego y la bebida en las reservas y que quieren volver a vivir como sus antepasados. Para el jefe Porter y su pueblo una de las maneras de combinar ingresos y la vuelta a este tipo de vida es la tienda de arte mohawk que regentan. Ahí se pueden encontrar mocasines hechos a mano, camisas de cintas, cerámica, bisutería, cestas de mimbre y libros y panfletos sobre el pueblo iroqués.

Una comunidad auténtica

Actualmente Porter está proyectando un internado cuyo programa se centrará en la cultura y las lenguas iroquesas. Sabe que, a menos que se haga algo al respecto, su lenguaje y tradición se perderán dentro de poco. "En muchas comunidades iroquesas hay algunos que hablan la lengua nativa", nos explicó. "Nos centraremos en las seis naciones de los iroqueses, enseñando su lengua, su herencia espiritual y cultural y sus valores tradicionales. Y es que me temo que la nación iroquesa se extinguirá en seis años -no biológicamente, aún quedarán muchos indios- sino lingüísticamente, espiritualmente, tradicionalmente.

"Llegamos hace seis años pero parece que haga seis semanas", reflexionaba el Jefe, mientras el equipo de Caravan se disponía a despedirse y volver a Nueva York. "Eso nos da una idea de la cantidad de trabajo que había por hacer y del mucho más que nos queda, de los muchos nuevos desafíos y de lo lejos que debemos llegar en nuestra lucha." El Jefe se brindó amablemente a llevarnos hasta la estación de autobuses de Amsterdam. El Día de la Independencia dejamos el municipio de Fonda, y vimos que la bandera americana ondeaba en los porches de casi todas las casas. "¿Cómo se siente ante tales muestras de patriotismo, ante la reivindicación de una tierra y un país que usted sabe que en un principio no era de ellos?" le preguntó uno de nosotros al Jefe Porter en un impulso. "¡Ah, no me importa! Ya ve que estamos aprendiendo a vivir puerta con puerta. Cuando los colonos europeos llegaron por primera vez a América, a nuestra América, firmaron tratados de paz que acordaban respetar nuestra forma de vivir -y nuestra forma de vivir es la de la canoa en el río. Ya ve que hay bastante espacio en el río para que circulen una canoa y una barca, para que cada uno siga su ruta, pero en el mismo río. Ésa era la idea: la canoa y la barca en el mismo río. Pero luego ellos no respetaron los tratados. Sin embargo, hoy muchos americanos quisieran resolverlo e intentar que la canoa y la barca compartan el mismo río. Por eso la bandera no me importa. Ellos tienen su bandera; nosotros tenemos los símbolos de nuestros clanes y de la Confederación Iroquesa." Mientras nos despedíamos del Jefe y de su esposa, nos dimos cuenta de lo mucho que echaríamos de menos Kanatsiohareke. Allí no sólo habíamos descubierto la amabilidad hacia los extranjeros: habíamos descubierto una verdadera comunidad.

Pradeep Sebastian

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© 2000 Alianza para un mundo responsable, plural y solidario. Todos los derechos reservados. Ultima actualizacion, 5 de diciembre de 2000.